El “randori”, o combate de entrenamiento, es un aspecto fundamental del entrenamiento en artes marciales, proporciona valiosas oportunidades para perfeccionar el aprendizaje, desarrollar reflejos y toma de decisiones bajo presión, y cultivar la adaptabilidad y el espíritu de lucha. Sin embargo, para aprovechar al máximo la experiencia, es esencial realizar el “randori” de forma segura, responsable y con un enfoque en el aprendizaje.
Principios Claves para un “Randori” Efectivo:
1. Actitud Correcta:
a) Respeto hacia el compañero: El “randori” no es una lucha para ganar, dominar o infligir daño, se trata de un entrenamiento de aprendizaje mutuo.
b) Enfoque en la técnica: Priorizar la correcta ejecución técnica, controlando la potencia y la precisión de tus movimientos.
c) Comunicación efectiva: Siempre se debe acordar con el compañero el nivel de intensidad del combate para prevenir lesiones, disgustos y malentendidos.
2. Seguridad y Control:
a) Control de la fuerza: Adaptar siempre la intensidad de las acciones al acuerdo, nivel del compañero y contexto del entrenamiento.
b) Técnicas de escape: Aprende y aplica técnicas seguras para salir de situaciones comprometidas sin causar daño.
3. Práctica Progresiva:
a) Comienza con intensidad moderada: Aumenta gradualmente la intensidad y la complejidad del “randori” a medida que mejoras tu técnica y experiencia.
b) Variedad de oponentes: Practica con compañeros de diferentes niveles y estilos para ampliar tu aprendizaje y desarrollar tu capacidad de adaptación.
c) Análisis y reflexión: Analiza tu desempeño y comportamiento después de cada sesión, identificando áreas de mejora y aprende de tus errores.
Errores en la práctica del “Randori”:
Realizar el “randori” al 100% de intensidad, como si fuera una competencia (“Shiai”) o con la intención de lesionar al compañero, es contraproducente para el desarrollo personal y como artista marcial debido a:
a) Riesgo de lesiones: Aumenta significativamente el riesgo de sufrir lesiones graves tanto para ti como para tu compañero.
b) Ambiente hostil: Crea un ambiente de tensión y desconfianza, contrario al espíritu de colaboración y aprendizaje que debe primar en el Dojo.
c) Desarrollo limitado: Limita tu aprendizaje al enfocarte en la fuerza bruta y la dominación, en lugar de la técnica, la estrategia y la adaptabilidad.
d) Falta de control emocional: Fomenta la impulsividad y la falta de control emocional, aspectos que pueden ser perjudiciales en un combate real.
e) Daño a la relación: Puede deteriorar la relación con los compañeros y generar un clima negativo en el Dojo.
El “randori” debe ser un espacio para la práctica segura, responsable y colaborativa, donde el aprendizaje y la mejora personal sean los pilares fundamentales. Adoptar una actitud correcta, priorizar la seguridad y la técnica, y realizar una práctica progresiva son claves para aprovechar al máximo sus beneficios y evitar convertirlo en una experiencia negativa.
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